Que mal se vive estando como un preso.
Olvido, abandono y, aunque escriba,
mi mente no podrá borrar la criba
de la que ninguno salió ileso.
Y aquellos que creían, con un beso
traicionaron a la persona que iba
a luchar para que no se prohíba
el derecho de los de carne y hueso.
Mientras, recuerdo tu dulce belleza,
que consiguió llevarme a la locura
perdiendo por completo mi entereza.
Aquella que persigue con fiereza
tu rostro rebosante de dulzura
y tu cuerpo, repleto de pureza.
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